Pensiones, libertad y muerte
Tercera parte
Continuación del articulo Pensiones, libertad y muerte. Segunda Parte
...Habiendo dicho esto permítame cambiar el foco del problema y hablar de la Libertad, que es el concepto que subyace a toda esta discusión. Más allá de lo esgrimido respecto a las tablas de mortalidad, el problema estructural del sistema radica en que el afiliado no tiene libertad de elección sobre sus fondos privados, y eso lo perjudica claramente. Si bien la ley que creó el sistema privado fue dada para pagar pensiones de una determinada forma y bajo ciertos supuestos, hay mejores formas de hacerlo: si para ello se debe cambiar la ley será para el bien de los afiliados, es decir, del sistema.
Veamos el caso del sistema chileno. Las restricciones a las libertades económicas en el sistema privado chileno han generado en los últimos años una serie de protestas, ya que es considerado por varios sectores un sistema injusto y orientado al beneficio de las corporaciones. Según varios economistas chilenos de renombre [1], a treinta años de la reforma la situación debe cambiar en varios aspectos. Inclusive algunos de ellos -y buena parte de los afiliados- piden retornar al sistema de reparto antiguo, o en su defecto crear una AFP estatal, postura que Michell Bachelet habia refrendado [2]. Cabe recordar que el sistema de pensiones chileno es una década más antiguo que el nuestro, administra 160 mil millones de dólares y cuenta con 10 millones de afiliados. En ese sentido el país vecino constituye una fuente inmensa de experiencias que ya debemos aprovechar.
Por ello es hora de hacer las modificaciones adecuadas y aprender de esa lección; han pasado tres décadas desde que se creó este sistema complejo y genial en Chile, y dos décadas desde que se instituyó en Perú: ¿si no es ahora cuándo? Vivimos en una sociedad libre, en la cual el mercado rige la economía y las decisiones de los agentes, donde los agentes no son solo empresas sino -y sobretodo- ciudadanos. Sin embargo, en nuestro país no existe dicha libertad, o mejor dicho existe de un solo lado. Recordemos las afirmaciones del premio nobel Amartya Sen sobre la libertad, la competencia y los mercados cautivos:
“Para hacer frente a estas influencias no solo hay que oponerse -y quizá incluso desenmascarar- a los buscadores de beneficios en los mercados cautivos, sino también abordar con seriedad sus argumentos intelectuales como objeto de estudio. La economía tiene una larga tradición que va en esa dirección crítica y que se remonta al propio Adam Smith, quien apuntó al mismo tiempo con su dedo acusador a los autores y demolió sus argumentos a favor de la tesis de que la limitación de la competencia produce beneficios sociales” [3]
El mecanismo de mercado es una institución por medio de la cual los individuos pueden interrelacionarse y realizar actividades mutuamente ventajosas. Pero en el Sistema Privado de Pensiones no se manifiesta esa ventaja para ambas partes. En ese sentido, las empresas deberían competir entre sí de tal manera que un afiliado decida por sí mismo dónde y cómo disfruta su fondo de jubilación. La AFP que administró los fondos por varias décadas, o la compañía de seguros, no deben ser la única opción pues se elimina la competencia y se restringe la libertad. Sin lugar a dudas existen mejores alternativas para el pensionista. Recordemos lo dijo José Piñera, el creador del sistema chileno, en el año 1981:
“Una previsión libre, pero a la vez solidaria, una previsión justa, pero a la vez eficiente, una previsión para todos; Esa es la meta de este paso trascendental que da hoy el país en beneficio de todos los chilenos, y siempre al servicio de la libertad, el progreso y la justicia“
Aunque sea irónico que se hable de libertad habida cuenta que el sistema se creó en época de la dictadura, es ese espíritu el que debemos rescatar para mejorarlo: hacerlo más justo. Y hay muchas formas de lograrlo. Consideremos dos de ellas en las cuales el pensionista dispone de libertad y una mayor (¡y mejor!) pensión sin convertirse en una “carga para el estado”. Ninguna de estas dos alternativas subvierte el sistema, pero si lo corrije, lo mejora, y por tanto lo hace atractivo.
La primera alternativa está en permitir que las entidades financieras -bancos, cajas municipales y rurales- reciban el dinero del pensionista y sean ellas las que paguen una pensión de acuerdo a la tasa de interés pactada. Recuérdese, como referencia, que las tasas de interés de compensación por tiempo de servicio ascienden hasta 9% anual. Con la nueva apertura se podría crear un producto financiero especial dirigido a los fondos previsionales para que los pensionistas migren sus fondos por diez, quince o veinte años a la entidad financiera, con una tasa mayor a la ofrecida por la compensación por tiempo (tasa cuyos depósitos son de un horizonte de tiempo mucho menor), recibiendo la rentabilidad mensual o acumulada una vez al año, según el diseño del nuevo producto previsional. Luego de este periodo, o llegada cierta edad a definir, el afiliado tendría derecho a retirar un porcentaje de su capital año a año y seguir cobrando la rentabilidad generada con el remanente.
También existe la posibilidad de invertirlo en fondos inmobiliarios; en declaraciones al diario Gestión un alto funcionario del Sistema Privado de Pensiones en febrero del 2012 indicó que “los bienes raíces pueden proporcionar retornos de hasta 30% al año”. Con una adecuada asesoría esto último seria plenamente factible. No nos olvidemos que de todas maneras el pensionista está obligado siempre a tomar decisiones financieras en cada una de las cinco secciones del proceso de jubilación. Decisiones tales como elección de moneda, elección de tipo de fondo, el tipo de renta vitalicia, proyecciones de rentabilidad, elección del periodo garantizado, el tipo de fondo, entre otras decisiones financieras. Es decir, el argumento que señala que el pensionista no puede decidir financieramente por sí mismo es falaz, pues de ser así, no podría tomar las decisiones requeridas para su propia jubilación.
La inmensa ventaja de esta solución está en que el fondo no fluctuará con la bolsa de valores, es decir, se eliminarán los riesgos de pérdidas y la pensión será mayor que la Renta Vitalicia[4]. Además, en la alternativa financiera, el afiliado mantendrá la propiedad de todo su fondo; si el afiliado fallece este se heredará a sus familiares de manera inmediata -a diferencia del Retiro Programado-.
La segunda alternativa está enfocada en dar libertad a las personas que más se hayan esforzado por aportar consistentemente al fondo de pensiones, sin que esa apertura se manifieste en una carga para el estado. Esta figura consiste en otorgar la posibilidad a los afiliados de poder retirar el exceso de su fondo siempre que accedan a una pensión mayor a una Remuneración Mínima Vital (S/ 750). Como cifra aproximada y referencial, para obtener una pensión similar a una RMV se requiere un fondo de S/ 140,000 a los 65 años. En ese caso un afiliado que ahorró S/ 180,000 podrá retirar el exceso de S/ 40,000 para invertirlo en una propiedad, salud o educación y no se convertirá en carga para el estado pues ya tendrá asegurada una pensión, además por supuesto, de contar con el beneficio del seguro social como cualquier otro pensionista. En el cuadro N°1 se puede apreciar diferentes grados de pensiones según la remuneración y los años de aporte [5]. Como se observa, en la práctica cualquier afiliado que gane al menos S/ 500 podría acceder a retirar parte de su fondo ya que su pensión será mayor a S/. 750. Este sería un tremendo incentivo para ahorrar consistentemente en el Sistema Privado de Pensiones.
Cuadro N°1
Ni qué decirlo esta decisión sería facultativa pues siempre habrá la opción de dejar todo el dinero en la AFP bajo las tablas de mortalidad vigentes o cederlo a una compañía de seguros.
Ambas alternativas tienen ventajas insoslayables, no solo para el afiliado sino para todo el Sistema Privado de Pensiones. Recordemos que uno de los principales problemas del sistema es la baja cobertura y la poca confianza en él [6], lo que trae un riesgo político latente y constante. Con estos cambios e incentivos un gran número de afiliados al sistema nacional verán que existen nuevas oportunidades en el sistema privado y a raíz de ello decidirán desafiliarse del sistema nacional para migrar al sistema privado; estará claro para ellos que al alcanzar su jubilación dispondrán de esquemas más rentables, menos riesgosos -en el caso de la primera alternativa-, así como de la libertad de disponer de una parte de su capital -en el caso de la segunda-. Lo mismo aplicará para los miles de nuevos afiliados que mensualmente deben evaluar las ventajas y desventajas de ambos sistemas. El sistema nacional no podrá competir con estas alternativas de libre mercado, la confianza en el sistema privado se incrementará y por ende la cobertura hará lo propio inmediatamente. Si queremos mayor cobertura, tenemos que ofrecer buenos productos previsionales.
Es evidente que hay ventajas evidentes para los afiliados en estas propuestas, pero la pregunta es si hay espacio en el Perú para implementarlas.
Quiero finalizar con la siguiente reflexión. Es un lugar común decir que siempre se debe pensar en el ahorro a largo plazo; claro que sí indudablemente, pero dependerá de las circunstancias en las que se encuentre cada persona, sobre todo si la edad en la que desea disfrutar de sus ahorros ya no es una edad para seguir ahorrando y uno quiere realmente vivir, pues como decía John Maynard Keynes: “en el largo plazo todos estamos muertos”.
[1] Manuel Riesco de CENDA, Rafael Garay, Gino Lorenzini, Victor Hernandez de la Universidad de Chile, Franco Parisi, Gonzalo Cid.
[2] http://agencias.lamula.pe/2013/10/08/michelle-bachelet-prepara-regreso-a-la-moneda/agencias/
[3] Amartya Sen. “Desarrollo y Libertad”
[4] Según las cartillas informativas de las AFP un afiliado de 65 años con 250,000 soles de fondo recibe aproximadamente 1000 soles de pensión. Esto representa poco menos de 5% de interés al año e implica que el fondo se cede a la compañía de seguros.
[5] Estudio realizado por el Centro de Investigación de la Universidad del Pacifico en el año 2000. Se considera una rentabilidad real de 6%.
[6] Una propuesta para reformar los sistemas privados de pensiones. Juan José Marthans y Jose Ricardo Stok (2013). Escuela de Dirección Universidad de Piura.